Y si ya me sentía como una gilipollas, por todo y por nada, ahora con más razón.
Y lo peor de todo es, que no debería importarme absolutamente nada, pero como siempre, la empatía y el "radioheadismo" se apoderan de mí.
Bienvenidos al cuento del "nunca acabar", donde todo empieza y nada acaba, y todo sale MAL.
domingo, 31 de enero de 2010
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