jueves, 17 de junio de 2010


Siento que tantas cosas se me escapan entre los dedos... ¿Quién establece los criterios para clasificar una felicidad u otra como absoluta o relativa? ¿Quién es capaz de decirme por qué no sé sonreír si no es con aquello que me hace daño y me hiere por dentro una y otra vez? ¿Por qué lo irónico de la vida se convierte en una vida irónica, una vida irónicamente perfecta, pero sarcásticamente una vida de mierda, llena de gilipolleces y tonterías, orgullo y prejuicios, daños y perjuicios, daños colaterales, y laterales cortantes que nos hacen heridas cada vez que pasamos sin mirar por dónde vamos?


La ceguera: el gran enemigo del ser humano después del miedo. La hoguera: el lugar donde arden los recuerdos y nace el olvido. El amor: la daga que corta y el veneno que mata. El miedo: el peor enemigo del hombre, dicen. Miedo significa precaución. El miedo no siempre nos impide actuar. El miedo invita a reflexionar. El miedo a morir en la hoguera de los sentimientos delimitadores de tiempo, de persona, de esencia, de ser, es algo innato. Innato en los que no creemos en una vida de luz y de color. Nuestra vida es como una película de principios del siglo pasado: muda y en blanco y negro.

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